Instalación: Manta de cielo (normal y teñida de sangre de vaca), cortina de plástico, tina, vasos, fresas, agua de fresa, esencia de fresas.
Medidas variables
Sangre de vaca y serigrafía sobre papel
24 x 32 cm
2012

Esta pieza es producto de una reflexión obtenida durante un recorrido por el mercado de La Merced de la Ciudad de México, en el cual me dí cuenta de que este lugar es una "estructura de intercambio cíclico entre vida y muerte", pues las zonas donde venden cosas vivas, como frutas y verduras, tienen un ambiente lúgubre y triste; mientras que donde se venden cosas muertas, como carne y huesos, la atmósfera es muy viva y alegre.
El trabajo surge de una vivencia que tuve en la zona de carnicería de este mercado (Nave Menor), en donde encontré que, tras recorrer paredes de carne, altares de huesos y charcos de sangre, el último pasillo está extrañamente destinado para vender fresas por gente de la tercera edad. A partir de esta experiencia, me gusta pensar que, después de la muerte hay fresas.
El trabajo surge de una vivencia que tuve en la zona de carnicería de este mercado (Nave Menor), en donde encontré que, tras recorrer paredes de carne, altares de huesos y charcos de sangre, el último pasillo está extrañamente destinado para vender fresas por gente de la tercera edad. A partir de esta experiencia, me gusta pensar que, después de la muerte hay fresas.
Registro fotográfico: Laura Pirez.